La música y el dolor
Te vas ángel mío, ya vas a partir…
Fue lo primero que se escucho en la
radio/despertador al encenderse, 4:30 a.m., eran las voces inconfundibles de
Los Alegres de Terán que tanto le
gustaban a doña Rosario, mamá de Mariana y abuelita del pequeño Alejandro. Chayito,
díganme Chayito, les decía a las
personas que la conocían.
Dejaron su Cuencamé Durango querido, buscando
como miles de paisanos un mejor nivel de vida, bueno, al menos algo pa’
llevarse a la boca. A pesar de ser tierra de generales revolucionarios, todo
seguía igual o pior’, decía Chayito.
Decidieron venirse a Juárez por insistencia de la comadre Juana, les
contaba que acá en la frontera había mucho trabajo en las maquilas, y además,
quien quite, y con un poco de suerte hasta podrían brincarse pa’l
otro lado, ¿y porque no? con la ayuda de Dios y un descuido de los
migras; ma’, me canso pa’ si no nos hacemos gringas, escribía la comadre, cada
vez que les mandaba carta.
Fue luego que el Toño abandonara a Mariana con
el niño de apenas meses, que decidieron venirse a probar fortuna, al cabo dijo
la comadre que podíamos llegar con ella mientras nos acomodábamos, le decía
doña Rosario a su hija. Vas a ver que la Virgencita nos va a ayudar, ya le
prometí entrar de rodillas a la Catedral allá en Juárez, vas a ver que mi Lupita querida nos
ayuda.
A la
semana de haber llegado, ya estaba trabajando Mariana en una maquila en el
parque Bermúdez, y antes del medio año ya se habían hecho de una casa que
pagaban como renta allá para el rumbo de Rancho Anapra,
Dejando mi alma herida, y un corazón a
sufrir…
En un santiamén ya estaba doña Rosario
levantada calentado agua, para que Mariana se bañara. A jicarazo mi’ja, a jicarazo, pa’ que no se olvide del terruño, le
decía su mamá mientras le preparaba café y su burrito de frijoles
refritos con huevo, pa’ que no se vaya
con la panza vacía, ya ve que a veces le dan esos cólicos tan juertes.
Y todo por la muina y las bilis que le hizo
pasar el ingrato ese del Toño.
Quien iba a decir que se descarrilaría tanto ese muchacho, si yo creo que hasta
estaba esperando una chancita pa’ sacar
las uñas el muy desgraciado, que casualidad que nomás si’ba pa’ la vinata de don Paulino, y volvía como chamuco, rojo rojo, apestoso a
yerba, y sin quinto en la bolsa. ques’que a trabajar, ¡si como no! Luego le dio por juntarse con los del rancho
“La Coyota”, ques’que a vender alfalfa, ¡si como no! si todos sabíamos que’ra
la mariguana esa.
Te vas y me dejas un inmenso dolor…
Cuarto para las seis de la mañana, y ya iba
Mariana rumbo a la maquila en el camión de transporte de personal, iba haciendo
planes junto a su gran amiga Dora Isela, de lo que harían saliendo por la tarde
del trabajo, era viernes y no trabajaban sábado ni domingo, además era día de
pago, y su mamá ya sabía que llegaba un poco tarde.
Nomás cuídese de los “Toños’ mi’ja, y no haga
cosas malas, y no se le olvide encomendarse a la virgencita pa’que la cuide, le
decía su mamá,
Sabía que su hija tenía que divertirse un
poco, era joven y no podía pasarse la vida nomás trabajando.
Vivían felices a pesar de las carencias, no se
quejaban, tenían su casa y no les faltaba que llevarse a la boca, el pequeño
Alejandro ya estaba por entrar al kinder
Recuerdo inolvidable me ha quedado de tu amor…
Serian tal vez las cuatro de la tarde, cuando
en compañía de de varios amigos y amigas de la maquila se bajaron del camión en
la calle Ugarte, por mayoría decidieron visitar primero “El Sinaloense” en la
Avenida Juárez, y aunque Mariana no tomaba, si le volvía loca el baile, ¡y vaya
que era buena! y en ese lugar tocaban buena música y la pista era de buen
tamaño, algunos tomaban, otros bailaban,
todo era relajo y alegría.
Pasadas las diez de la noche el grupo ya era
pequeño, por lo que decidieron retirarse,
Iban dando vuelta a la Ugarte, cunado el Beto
les dice a Dora Isela y a Mariana que lo
acompañen un rato al “Pepe’s”, al cabo nos queda de camino, me tomó la última,
mientras ustedes bailan o entran al baño, ya ven que en veces les dan ganas en
la ruta y esta largo el tirón, además ahorita es temprano todavía.
Entraron…
Pero hay cuando vuelvas no me hallaras aquí…
Beto se sentó en la barra y pidió una cerveza,
pidan lo que quieran, les dijo a sus amigas, al cabo yo picho, las dos pidieron
coca cola, aún no le daban el primer trago a su refresco cuando se acercaron
dos cheros a sacarlas a bailar, Beto al verlos hizo una mueca de disgusto, no
le caían esos tipos; tejana, pelo largo cola de pato, camisa desabotonada,
pantalones ajustados y botas picudas, mas ridículos no pueden ser, decía para
sus adentros. Casi terminaba su cerveza cuando de reojo se le figuro ver que
sacaban a la fuerza a una mujer, de inmediato busco con la vista a sus amigas
en la pista de baile; no las vio, algo no estaba bien, se dirigió a los baños,
y cual sería su sorpresa al ver saliendo de ellos a Dora Isela sangrando por la
nariz y llorando, ¿qué te pasó? ¿Dónde esta Mariana? ¡Fueron los cheros Beto!¡fueros ellos!¡ se la llevaron a la fuerza!
decía Dora Isela entre sollozos y dolor, espérate
aquí, le dijo Beto abriéndose paso
entre la gente, salió lo más rápido que pudo del lugar, y cómo era de
esperarse, no encontró a su amiga, fue en vano preguntarle al cigarrero que se encontraba a
un lado de la puerta si había visto a su amiga, y cómo siempre pasa en estos
casos nadie se da cuenta de nada. Regresó por su otra amiga mientras pensaba
que iban hacer…
Iras a mi tumba y allí rezaras por mi…
Dónde andará mi’ja virgencita, ¿dónde? Ya son
las dos de la mañana y ella nunca tarda tanto; ay Diosito que no le haya pasado
nada; ¡virgencita chula! prometo llevarte tus flores, pero ya traime a mi’ja
por favor.
Faltaban unos minutos para las cuatro de la
mañana. Chayito no aguanta mas, y decide
pedirle ayuda a Panchita su vecina, necesitaba dejar al niño con
alguien, y conseguir quién le diera un raid
al centro, sabía qué ella y su esposo Don Gonzalo eran bien buena gente,
además quién mas podría echarle la mano…
Mientras tanto afuera del “Pepe’s”, Beto y
Dora Isela preguntaban inútilmente por su amiga. Detuvieron una patrulla que
pasaba en esos momentos, informaron y pidieron ayuda a lo uniformados, estos
hacían como que ponían atención, para luego con voz burlona decir; ¿cómo ve pareja? a mi se me hace que la
chava les dio jalón ¿no? ¿o qué opina usted? no, pos’ si pareja, a mi también
se me hace que se jue’ por gusto, si no pos’ hay que esperar las 48 horas ¿no?
eso dice la ley. -¿Pero cómo 48 horas?- dice Beto ¡esto es una emergencia! -¡Mejor cállate vato!- le contesta uno
de los policías, y mejor retírense, no vaya a ser que nos los
llevemos detenidos por alterar el orden, la chamaca ya aparecerá por ahí.
Don Gonzalo llevó en su troca Ford 62” a
Chayito, a todo lugar donde pudiera encontrar a su hija, a la cárcel de piedra,
al hospital, a la cruz roja, al seguro, en fin, no hubo lugar que no visitaran,
más todo fue inútil, a Mariana parecía habérsela tragado la tierra…
Veras unas letras escritas ahí…
Pasaban los días, y a Chayito se le veía cada
vez mas acabada, casi no comía, y en cuanto amanecía, seguía su
diario peregrinar por las diferentes dependencias y calles de la ciudad
en busca de su querida hija; si no fuera por el pequeño Alejandro que era quien
en su inocencia le daba un poco de fuerzas, quien sabe que hubiera pasado ya.
A los cinco días, aparece una nota en el
periódico, informando del hallazgo otro cuerpo de mujer, cerca de “Los
Arenales”, allá en el valle de Juárez, la noticia corrió con morbo incendiario
por todo Anapra, y más temprano que tarde, llegó a oídos de Chayito.
Ay madre
mía de Guadalupe, qué no vaya a ser mi’ja, qué no vaya a ser, ay San Martincito
qué no sea mi’ja qué no sea ella, qué no sea mi Mariana por favor.
La nota decía que la mujer estaba con la blusa
rasgada y sin ropa interior, qué el hallazgo había sido fortuito, debido a que
unos chamacos jugaban por el lugar,
Chayito
sabia que tenia que afrontar la situación y estar segura si era su hija o no,
así que se dirigió a casa de sus vecinos Panchita y Don Gonzalo, quienes con
toda la solaridad que en esos momentos se puede y se le debe brindar a los
amigos, acompañaron a Chayito al Hospital General que era el lugar a donde
llevaban los cuerpos.
Tiene
que esperar a que llegue el forense señora, -le
dijeron,-llegó usted a la hora de la
comida, y es el único que puede atenderla y pasarla a reconocer el cuerpo.
Ahora que si trae prisa; a lo mejor si deja pa’ las sodas, pues a lo mejor no
la veo que entra en la puerta aquella y asunto arreglado.
Con todo ese dolor e incertidumbre que la
pobre mujer cargaba, con voz apenas audible,
contestó al individuo, -no traigo
dinero señor, espero a su jefe, y ojala usted y él nunca pierdan el apetito…
Con el nombre y la fecha…
Chayito entró, después de dos eternas horas de
espera al maloliente cuarto que servia como deposito de cadáveres, al fondo de
este había dos planchas ocupadas por el
mismo numero de cuerpos; es la segunda,
le dijo el forense, acérquese sin miedo
señora, al cabo no muerden.
Chayito ni siquiera lo escucho, no estaba para
aguantar a gente tan ruin y poco hombre, acercó lentamente su cabeza y posó su
vista en el rostro aquel; su cuerpo comenzó a temblar fuertemente, mientras
metía y sacaba los dedos de sus manos por entre su cabello como queriendo
arrancarlo, soltó un grito desgarrador y comenzó a llorar, al momento de
escuchar esto, Panchita le dice a su esposo, ¡ándale Gonzalo! corre a ver qué pasó, Don Gonzalo, se levanta y se
dirige a donde se encontraba Chayito, mas por amistad que por ganas, nunca le
han gustado los funerales, menos el lugar a donde estaba por entrar, pero, pues
pa’ que son los amigos no.
Entró y abrazó tiernamente a su amiga para
sacarla del lugar, la sentó junto a su esposa quien ya tenia un cono con agua
para ofrecerle a la pobre mujer, por varios minutos nadie dijo nada, ni
siquiera los insensibles trabajadores del lugar, se miraban el uno al otro, sin
saber que hacer.
Hay que
ser fuertes Chayito, hay que respetar los designios del Señor, -le dijo- Panchita a su amiga, no
Panchita, no, -contestó- Chayito con la voz entrecortada por el llanto; resignación Chayito resignación,-
repetía -Don Gonzalo, no Gonzalito,no,-
contestó a su vez Chayito,- luego de algunos minutos, el matrimonio decide
sacar a su amiga a que le diera un poco el aire, la impresión había sido
demasiado fuerte y tenia que calmarse para poder terminar con el tramite,
cruzaron la calle y compraron aguas frescas, Chayito pidió una de melón, le
recordaba a su hija cuando era pequeña, yo
quiero de mielon, yo quiero de mielon mamita, le decía cuando salían de misa
los domingos allá en su Cuencamé querido.
Le dio unos sorbos al vaso de agua fresca,
mientras cerraba los ojos y repetía el nombre de su hija y el de su nieto.
Al verla un poco mas tranquila le dice
Panchita, ¿ya quiere que volvamos allá? o
¿quiere que esperemos un poco mas? -No, es que no voy a regresar a ese lugar,-
contesta,- pero tiene que ir a firmar
pa’que nos entreguen el cuerpo, -dice-, Don Gonzalo.
-No, ya
no voy a entrar- pero Chayito, es que tiene qué, nosotros nada podemos hacer.
-La niña que está ahí, no es mi hija, no es mi
Mariana;- ¿esta segura de lo que dice? Le pregunta
Panchita, a lo mejor por el dolor no
quiere aceptar.-No, no es mi hija, pero me da tanto dolor como si lo fuera,
solo una madre conoce el dolor de perder a un hijo, y ahí esta esa pobre
inocente, sola y con frío, esperando a que venga su mama para que la bañe con
sus lagrimas, y le quite de encima el sudor y el olor del infame que la
mancillo.-
Abordaron la Ford y agarraron camino de
regreso, casi no hablaron durante el trayecto, Chayito sabía que le esperaban
noches de desvelo y angustia, pero no perdería la fe, su hija tenia que
aparecer.
Y el día en que fallecí…
El
pequeño Alejandro siguió creciendo, mientras los cuerpos de jovencitas siguen
apareciendo por varios rumbos de la ciudad, de Mariana hasta la fecha no se
sabe nada, Chayito no pierde la fe de encontrar a su hija, viva o muerta, lo
que quiere es saber donde está. En un tiempo pensó en regresar a su tierra,
pero no podía dejar a su hija por aquí. le sigue gustando mucho la música de los
Alegres de Terán, y en cuanto escucha Te
vas ángel mió…no para de llorar hasta el final de la canción
* en negritas y cursivas, son parte de la
letra de la canción “Te vas ángel mío” original del Sr. Cornelio Reyna Cisneros
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