La última
carrera.
Y ahí estaba Santiago parado justo al
borde, con su inconfundible cachucha de los Mets y su franela con el número 32 a la espalda. Tenso y nervioso como pocas veces se le
había visto, tal vez era uno de los momentos mas difíciles en su vida, tendría
que decidir en pocos segundos lo que tal vez le marcaría de por vida, tal vez
hasta se arrepentía de estar en el montículo en que se encontraba, pero no
había retorno, estaba ahí y debía de decidir…
Alcanzó a escuchar a Nacho, que le gritaba, ¡lánzala! ¡lánzala Chago! ¡lánzala ya!. Cerró los ojos y
volteó un poco su cara al cielo esperando recibir una respuesta. Pero lo único
que oyó fue la voz de Nacho que le
repetía ¡lánzala ya Chago!.
Movió su pie
izquierdo, abalanzó un poco el cuerpo hacia adelante y haciendo un rápido
movimiento de brazos, se deshizo de lo qué le quemaba las manos, la lanzó
soltando un suspiro. Lanzó a la mujer que llevaba entre los brazos al
precipicio, antes de marcharse alcanzó a escuchar un solo grito de dolor, tal
vez el cuerpo había chocado con alguna saliente, corrió hacia la carretera
donde lo esperaba Nacho en el coche con el motor encendido y la puerta
abierta…
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