jueves, 10 de mayo de 2012

El día de los muertos


¡Jalogüín!¡ jalogüín!, ¡queremos jalogüín!
¿Queremos qué?¡ ja-lo-güín! ¡queremos jalogüín!,
van gritando y pisoteando por las calles
de esta ya tan golpeada ciudad,
una de nuestras más coloridas y respetuosas tradiciones, como es el día de muertos. 
Ahí van los niños en pequeños grupos, como ovejitas descarriadas, guiadas por un mal pastor, 
con esos disfraces que en vez de dar risa o miedo, dan pena.
¡Jalogüín!¡ jalogüín!, ¡queremos jalogüín!
¿Queremos qué?¡ ja-lo-güín! ¡queremos jalogüín! 
poco a poco van medio llenando sus bolsas con golosinas, 
a la vez que van perdiendo su identidad, ¡gracias, papá y mamá, 
por empujarnos más a ninguna parte!
Ahí van entre gritos, y siguiéndose las sombras, 
pidiendo sin saber el porqué, 
van cambiando su inocencia por una calabaza hueca.
¡Jalogüín!¡ jalogüín!, ¡queremos jalogüín!
¿Queremos qué?¡ ja-lo-güín! ¡queremos jalogüín!,
en la adolescencia se paga la consecuencia, 
en preparatoria y escuela superior se sufre la ignorancia, 
y con desgano hay que poner un altar, 
sin tener la más remota idea de cómo, ni con qué, 
y sólo para no reprobar el semestre. ¡Gracias, papá y mamá, 
por haberme convertido en un excelente robot consumidor, 
sin saber de dónde vengo, ni a dónde voy!
¡Jalogüín!¡ jalogüín!, ¡queremos jalogüín!
¿Queremos qué?¡ ja-lo-güín! ¡queremos jalogüín!
¿Qué significa la foto, el espejo, el reflejo?, ¿y qué el arco, 
el copal, o las velas?, ¡dímelo, papá! ¿Qué significa el agua, 
las calaveras, la comida, el tequila? ¡dímelo, mamá!
Ahí van las nuevas generaciones, tratando de imitar lo desconocido, 
balbuceando palabras sin sentido, cambiando su futuro 
por un puñado de dulces; ahí van acompañados de adultos, 
que dicen van a cuidarlos de extraños y del peligro.

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