Y en un principio, Dios creó al
mundo, a las plantas, a los animales…y al hombre,
y también a la
mujer. Teniendo el descostillado que cargar con Evas y Liliths
por el
resto de su vida, y sus descendientes por el resto de los tiempos,
hasta la segunda,
o tercera, o cuarta venida del Señor. Ah, cómo
será juguetón y travieso este Creador
que nos tocó. Para empezar
la broma, les dijo, “pueden
comer lo que les plazca,
pero menos de este árbol”.
¡Y tómala! Que se los pone justo en el centro del Paraíso,
ahí
donde les gustaba a ellos dormir la siesta, ahí desde donde veían
jugar a las criaturas del Señor,
se veían correr las aguas
cristalinas del río, donde nadaban peces de varios colores,
ahí
desde donde si alzaban la vista al cielo para ver las aves volar, no
podían, porque
sólo veían manzanas y más manzanas, rojas,
brillantes, y apetitosas. ¿Qué hacer? se preguntaban,
¿qué hacer?
Eva propuso, “cortemos
sólo las necesarias que nos permitan ver la casa del Señor”
– ¡No!
contestó Adán, “si
lo hacemos Él va a pensar que las cogimos para comerlas”
–“Pues las
escondemos bajo alguna piedra”
dijo inteligentemente Eva;
¡No! contestó Adán,
(con esa firmeza que siempre hemos tenido la mayoría de los hombres)
“las piedras las
puso
el Señor fuera
del Paraíso, y yo, no pienso ir”,
-¿Ah, no?-
le dijo Eva, “pues
entonces, toma”,
y
con un movimiento rapidísimo, arranca una manzana y se la mete en la
boca al bonachón
de Adán, que en vez de escupirla, se pone a
masticarla y tragarla con gran deleite,
diciendo aún con la boca
medio llena, “están
más sabrosas que las de California”,
Eva pone cara de enojo y mirándolo fijamente a los ojos, le
pregunta-
“ ¿y tú
cuándo has estado allá?”,
Adán, poniendo cara de ¿what?,
contesta con lo primero
que se le ocurre, y dice- “no,
pues es que Gabriel me platicó”-
( desde entonces
no dejan descansar al pobre de Gabriel ). “Me
platicó… me platicó… sí, cómo no, ya te creí;
ahora por
mentiroso cómete otra”
y que le pone otra manzana entre diente y diente,
-“ ¿ya
qué?” –dice
Adán, si de todas
maneras nos van a regañar. ¿Nos van?
–dice Eva-
¡te van,
qué!.
No
habían pasado ni dos horas, cuando se oye un poderoso estruendo en
el firmamento; era una
de las ventanas del cielo, no las puertas como
algunos creen, qué tal si se abren de repente
y se cae el Señor. Él
también acostumbraba su siesta y se levantaba amodorrado. Así que
les dijo,
en un
segundo bajo y lo arreglamos, sólo me pongo las sandalias, ¿dónde
las dejé?
¿dónde las dejé?
Resulta que Lucifer fue con el
chisme, y claro, contó las cosas a su manera,
ya ven cómo es
hablador. Total, que se armó la discusión, que por
qué me desobedecieron…
que por qué lo
pusiste ahí… y que
tú por qué vas de
chismoso… que te
las íbamos a pagar…
y que porque yo cuido
los intereses del Señor…
y que a ti te falta
una costilla…
y que
a ti qué te importa…
y que al cabo las de
California están más buenas…
y que en spring break
mejor… y que ya
cállense que me desesperan,
gritó el Señor.
Entonces se hizo un silencio total; bueno, ni lo
grillos se escuchaban. Adán y Eva no sabían
para dónde voltear,
así que agacharon la mirada y fue en ese momento cuando
se
descubrieron el sexo. El Señor al darse cuenta les dijo -ah,
¡eso!, será parte
de su castigo por haberme desobedecido, con eso
tendrán hijos
(ojalá
y no les salgan como ustedes, pensó), tú,
Adán, tendrás que sufrir
al tener que hacerlo con tu mujer, y tú,
Eva, sufrirás durante mucho tiempo al parir,
hasta que no se invente
la raquia;
además, habrá
veces que no sabrás quién es el padre.
Y todo por una manzana, Adán
-le dijo el Señor.
¿Unaaa?,
-contestó Eva.
Pero
tú me obligaste, le
dijo Adán. Sí, pero
yo no comí, contestó
ésta.
Entonces Lucifer, como si se
hubiese pinchado una nalga con su cola, se para frente al Señor,
y
con una mirada como de yo
no fui, señala hacia
el otro lado del árbol;
entonces el Señor se da cuenta que crecían
unos retoños, que definitivamente
Él no había puesto ahí, -¿Qué
es esto, Adán?,
preguntó; “te juro
que no lo sé, papi”,
ya se sentía castigado y de alguna manera quería reconciliar, pero
era verdad:
él no sabía de qué le hablaban. Entonces el chismoso
de Lucifer abrió la bocota y dijo,
pregúntale a Eva, Señor; a lo mejor ella sabe
algo, ¿o no, Eva?
Eva hacía como que la virgen le
hablaba, pero para su mala suerte María aparecería
mucho tiempo
después; mas con la sinceridad que siempre las ha acompañado dijo,
yo no sé nada… es
más, a mí me trajeron aquí, yo no quería venir,
mientras torcía la boca
y lanzaba cuchillos por los ojos. A
ver pues, tú, metiche;
di lo que tengas que
decir,
le dijo el
Señor al primer cornudo de la historia (no, a Adán no; a Lucifer).
Dice, bueno,
no es
que sea chismoso, pero
mi amiga la serpiente me contó que ya estaba harta
de que Eva la
obligara a tragarse
las semillas de las manzanas que se comía a escondidas;
por eso
cuando ésta
se descuidaba ella las vomitaba y les echaba tierrita encima,
pero
nunca imaginó
qué pasaría después… también dice que la tenía amenazada,
que
si decía algo, la iba
a convertir en la
primer bolsa de la historia.
-Lo bueno es que
casi
no estabas enterado,
dijo el Señor. Y desde entonces se asocia a las serpientes con los
chismosos.
Total, que el Creador únicamente
apuntó con Su dedo hacia la puerta de salida, y a buen entendedor….
y
no es que fueran precisamente de mente muy ágil, sino que vieron que
se acercaba con cara
de no muy buenos amigos uno de los arcángeles,
empuñando en su mano derecha
una gran espada de fuego, y con la mano
izquierda se venía sosteniendo el vestido
-con el viento y con la
prisa, casi se le cae. Se cree que esta imagen es el origen de la
leyenda
de los dragones, bueno, eso dicen; pero si no lo creen, le
preguntamos a Eva.
La parejita no tuvo más remedio
que abandonar el Paraíso; y lo peor, tener que trabajar para comer
–bueno, hasta que a alguien se le ocurriera inventar el dinero y
así vivir de los demás.
Al paso de cientos y cientos de años, el
Señor se dio cuenta que algo no andaba bien,
así que tuvo que
mandar un diluvio para acabar con la especie; sin embargo en Su
bondad,
quiso darnos otra oportunidad por medio de Noé y su prole,
que a su vez ellos se encargarían
de cuidar de las parejas de
criaturas, que repoblarían la tierra. Y no me pregunten cómo le
hizo
para darles de comer a los carnívoros, porque yo no sé si
llevaba algún frigorífico escondido.
Yo nada más les cuento las
cosas que pasaron.
La
vida seguía y seguía. Al Señor se le ocurrió cambiar de
domicilio, para ver si estando
más cerca las cosas se componían;
se dijo, me voy a la
Tierra, así que se
puso a pensar dónde
ubicar su residencia y dónde el infierno. No le
costó mucho trabajo. Se acordó que había creado
un lugar, con un
poco de todo: agua, minerales, playas, flora, fauna; en fin, un poco
de todo
lo creado. Se dijo, ahí
estará el infierno;tendrán todo, pero no podrán gozarlo.
Será un
buen castigo para aquellos que mande a ese lugar,
verán que llegan
extranjeros y se llevarán sus riquezas, y no dirán ni harán nada;
verán que
unos cuantos de ellos mismos los robarán y abusarán, y
no dirán ni harán nada. Les arderá
día y noche el corazón por la
impotencia; sin embargo, después de un ciclo en ese lugar,
tendrán
otra oportunidad en otro sitio, tal vez en lo que se llamará África,
o tal vez en Haití.
Además, en su inmensa
sabiduría, el Señor le ordenó a Lucifer que tendría que vivir
justamente
al lado de ese lugar, por lo que tendría que olvidarse de
sus juergas en el inframundo.
Y como no podía desobedecer al Jefe,
lo único que pidió es que el lugar donde
se encontrarían sus
oficinas generales, así como su residencia oficial, tendría que
llamarse Estados Unidos, -mi
residencia tendrá por nombre “The White House”,
dijo, así despisto a
los ingenuos, y puede que hasta me haga de algunas almas extras,
y
también de algunas tierritas -no creo que te enojes por eso.
¿Verdad?
Allá, del otro lado, podemos
llamarlo Méjico, ‘Méjico el infierno en la tierra’,
¿qué te
parece, Jefe?
“Está
bien, pero no vayas a propasarte”,
contestó el Señor,
Yo
me voy a vivir a Europa.
El Señor pasaba el tiempo en
diferentes lugares; tenía varias casas de descanso
-por eso era el
patrón, ¿o no? Estaba tan tranquilo, que pensó que esto iba para
largo;
se decía, parece
que Lucifer no se ha propasado y tiene todo bajo control;
en
equilibrio, pues.
Tristemente, las cosas no eran así, y vaya que el Señor
ya había
tenido una duda; cuando quiso visitar Castelgandolfo y encontró a un
extraño,
que se decía su representante personal, coño, ¿y
cuándo lo nombré?
se preguntó.
Para salir de duda, mandó llamar al inquilino de la
“white house”,
que ni raudo
ni perezoso se presentó a la cita, y con una
desfachatez envidiable, dice
-yo
lo mandé, Jefe, para que jugara a Tu favor, y organizara las
cosas
desde un pequeño
lugar llamado El Vaticano; no creo que Te vaya a molestar
que haya
algunas personas que
me peleen las almas. Digo, no sería justo,
ni tendría chiste jugar
solo. -OK,
pero no olvides que te voy a estar vigilando….
Pasado algún tiempo el Señor
decidió subir a los cielos, tenía unos asuntillos pendientes
con
los habitantes de las Pléyades. En Su ausencia pasó lo que tenía
que pasar:
Lucifer se apoderó de casi todo el planeta; los únicos
lugares que aún no estaban
bajo su dominio eran aquéllos donde no
había televisión. Obviamente que el Señor
se dio cuenta algunas
décadas más tarde, y decidió regresar para poner en su lugar
a
grandísimo abusón.
(¡Ja!,
diablitos a Mí,
se dijo en voz alta).
Mas se dio cuenta que no sería
tan fácil entrar de incógnito y agarrar
con las manos en la masa al
insolente, ya que había radares y sensores de todo tipo.
Así que
estuvo en el espacio, esperando que pasara de regreso a la tierra
alguna nave,
¡y ándale! sin que lo notaran se agarró de la cola de
ésta, se dice que era el Júpiter 2
que al fin volvía a casa, fue
así como logró pasar sin ser detectado,
escondido en la bola de
fuego en que se convierten al entrar a la atmósfera.
Lo malo fue
que, al caer en las frías aguas del mar, por poco y agarra una
pulmonía;
lo bueno es que por ahí andaba Poseidón y Le echó una
mano, puso a Su disposición
un par de delfines que lo llevaron de
inmediato a una playa segura -eso creía:
al tratar de posar el pie
en la arena, sintió un fuerte golpe en la cabeza y cayó.
Luego
sintió cómo lo esposaban y era metido en un vehículo. Alcanzó a
leer de reojo
lo que decía la puerta: “Cayo Hueso-Inmigration
Dept.”
Nunca más se ha sabido de Él.
Algunos Le siguen esperando,
otros han perdido la esperanza.
Unos dicen que Lo mataron. Otros
dicen que está en Guantánamo.
Yo ya ni sé… dicen que Lo
confundieron con un cubano, pero yo creo que sabían que era Él.
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