La tierra
mojada de este camino
va grabando una a una sus
pisadas,
está
archivando la historia del caminar,
pequeños
charcos van reflejando la imagen
del
transeúnte que se rehúsa volver atrás,
su cuerpo se ve enjuto por la carga que espalda
trae,
es un joven
viejo, un viejo joven, que más da;
en una mano
arrastra un vestido roído
y con la otra se cubre una herida en el abdomen;
la sangre le
corre entre los dedos,
el esfuerzo
hace que no deje de manar,
sus ojos se
ven secos, no aparentan su edad,
le duele el
pecho, se le nota a cada respiro,
cuando la
piel le culebrea por el costillar,
su garganta
está seca, los labios partidos,
y taladrando en su mente como un tic-tac que no para,
el recuerdo
impotente del momento,
en que no
pudo evitar aquel maldito accidente;
por eso sus pies firmes lo van guiando al
desfiladero,
para
que salte y le reclame su hija al mar.
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