jueves, 29 de agosto de 2013

                         "Mi amigo"




Entre más me alejaba, más claros eran los recuerdos,
más intensos también los pasajes que iba dejando.
El lazo afectivo que pensé estaba roto, se volvía tenso y pesado como un cable de acero; mis pasos firmes y seguros, eran ahora lentos y torpes, como si caminara sobre barro anegado. Mis brazos, en un principio bien acompasados, se habían convertido en un par de remos sin ritmo. Mis oídos casi atrofiados por cacofonías, ahora sólo escuchaban  la voz de seres queridos.
Mi vista, siempre al frente, pero en lucha constante
por voltear atrás.
En mi mente, danzaba la frase ¡lo voy a lograr!
Pero mi boca gritaba cada vez más fuerte, ¡ya no puedo más!
Creí tener acorazado el pecho, pero mi corazón me dolía como si lo atravesara una de las flechas de San Sebastián.
Me sentí atado al poste de la hoguera, me sentí sin fuerzas,
me sentí vacío… me desvanecí….
No sé cuanto tiempo pasó. En el momento de abrir los ojos,
 lo primero que vi, fue el dulce rostro de mis dos hijos,
   que llorando-riendo me decían
"Papá, no nos vuelvas a hacer esto, nosotros sí te queremos; tú no eres culpable de que mamá se haya ido con tu amigo.”



No hay comentarios:

Publicar un comentario