La rata
Hoy
es quizá un nuevo día para mí, no lo sé, no me importa; qué puede tener de
nuevo éste, después de tanto tiempo de estar así. Siempre he tratado de hacer
las cosas como se debe, pero al comenzarlas enseguida se me viene a la cabeza,
¿y para qué? de todas maneras nada va a cambiar, tal vez ése ha sido mi error,
pero, en realidad ¿quiero que mi vida cambie? Es tan difícil decidirlo, ya
estoy cansado de ser así, pero así soy, qué voy a hacer, si hasta creo que así
soy feliz, ¿soy feliz? En realidad no sé si soy feliz, pero qué importa si lo
soy o no lo soy; todo este tiempo, he estado contento en esta bodega, que
gracias a no sé quién abandonaron; lo retirada que está de la ciudad la hace
más placentera para mí, no tengo que lidiar con los chismosos que pululan por doquier, no le doy
cuentas a nadie, y a nadie le importa si me la paso echado todo el día
rascándome los huevos, y vaya que me los rasco, me da mucha comezón, tal vez
sea porque… como que soy alérgico al baño; bueno, eso de bañarme es mucho
decir, ya que solamente meto mis manos en algún arroyuelo o charco, y me froto
la cara y los sobacos; me interesan mucho éstos, porque hay veces que estoy
acostado, y he notado que el perro callejero que en veces me acompaña, se
levanta y se va dando gruñidos, como si estuviera enfadado… lo bueno es que
siempre regresa, tal vez si no lo hiciera le extrañaría; la verdad es que soy
interesado, ya que lo echaría de menos por el calor que me proporciona cuando
se echa a mi lado, aunque también he estado pensando que es él quien me ha
compartido algunas pulgas y garrapatas que he tenido que arrancarme, y con
mucho dolor, de mi pelo púbico, pero ¿qué más da? al menos de esa manera me
siento vivo, me siento necesario, pero también me pregunto, ¿y para qué sentirme
vivo en este mundo de mierda? En fin, sería estúpido de mi parte ponerme a
descifrar el mundo… mejor así lo dejo como está.
Confieso que ha habido veces en que he
robado la comida que consigue el perro; la primera vez que lo hice quise sentir
asco, pero me dije, ¿o comes, o sientes asco? Por supuesto preferí comer;
cuando me siento con suficiente fuerza voy hasta el centro de la ciudad a
mendigar, es difícil y agotador ya que la gente se resiste a dar, aunque les
aviente uno por delante “por el amor de Dios”; tal vez sea por mi aspecto, que
les da miedo o repugnancia, pero ¿qué quieren? ¿que me ponga saco y corbata, o
que me bañe y use jabón? seguramente me lo comería, y ya me imagino a mi
acompañante el perro, saltando y ladrando, tratando de agarrar las pompas cada
vez que me echara un pedo, y vaya que me los echo de vez en vez; me gusta oír
cómo suenan, a veces pienso que son como lamentos, son divertidos, sobre todo
cuando hay gente a mi alrededor; las mujeres mueven la cara hacia un lado, como
si alguien se las jalara con un cordón, los hombres aprietan los labios como
culito de gallina y los juntan con su nariz; se ven cómicos, me divierten
mucho… a lo mejor se dan cuenta, pero no me importa; quizá por eso no me dan ni
un cinco, o porque no lo tienen, la mayoría quiere aparentar ser quien no es; y
los que son, que no lo son… tal vez el
mundo no tenga culpa de lo que se piensa de él, pero le tocó cargar con
nosotros; en veces consigo unos cuantos pesos, que me alcanzan para un poco de
pan y algunas frutas a medio podrir, mi estómago está acostumbrado, sabe que si
replica, lo castigo con no darle nada por varios días; en cuanto puedo, me
retiro a mi lugar, como dije no me gusta la gente, ni yo le gusto a ellos, por
eso yo me voy, no soy como esa gente que aunque esté retortijándose por dentro,
se aguanta en un lugar aunque sepa que es despreciada, y todo por interés;
estoy contento por el mal rato que les hago pasar, también ellos me lo hacen
pasar a mí, y no me quejo, ni hago caras, qué me importa pues lo que ellos
piensen , si es que piensan; no me importa, porque desde hace tiempo no sé lo
que me importa, ¡bah! Que los parta un rayo, o dos, a mí que más me da; como
dije, cuando consigo algo de alimento me retiro a mi lugar, porque sé que con
lo que llevo, voy a estar varios días en tranquila soledad, sin tener que ver a
nadie; bueno, al perro, aunque no me visita a diario, y cuando no quiero verlo,
sólo me basta con aventarle una piedra en el hocico para que desaparezca por
varios días… a veces me da lástima, pobre, está tan solitario como yo, pero
luego me digo, ¿y por qué he de sentir lástima por un perro, que ni es mío, ni
tampoco yo lo llamé?, y si lo hubiese llamado ya lo habría corrido, ¿por qué
habría de hacerme cargo de él? La última vez que le di con una piedra tardó
semanas en regresar, esa vez hasta me asusté un poco… iba sangrando mucho; yo
pensé que le había reventado un ojo, pero luego pensé que así sería más fácil
robarle la comida… me di cuenta que el susto no era por si volviera o no, sino
quién me iba a proveer de alimento cuando no tuviera fuerza para levantarme y
caminar; que, bueno, si lo hubiese matado no sería mi culpa, él vino solo, yo
nunca lo invité… pero a pesar de todo yo creo que hemos trabado una amistad, él
aguanta mis pedos, y yo sus eructos, que para ser honestos son más apestosos;
yo creo que él se ha dado cuenta, porque hay veces que no estoy de ganas y en
cuanto agarro una piedra, sale huyendo… muchas veces he pensado que es un
cobarde, yo creo que por eso está lleno de pulgas y garrapatas; saben que es un
perro cobarde y lo aprovechan, aunque ellas son iguales porque no se atreven a
montar otro perro… cobardes, estoy rodeado de cobardes; tal vez deba de
correrlo definitivamente, ¡cobarde!
Aunque a decir verdad, a mí qué me importa
lo que sea… es su vida y su dignidad; ya bastante tengo con preocuparme por mí,
y en realidad ¿me preocupo por mí? ¡Bah ¡qué importa! a veces he pensado ¿qué
será la muerte? para luego pensar ¿qué es la vida? qué me importa lo uno o lo
otro, de todas maneras no lo voy a saber; a lo mejor estoy casi muerto y por
eso me teme la gente, o estoy casi vivo y por eso no los soporto. Qué caso
tiene que piense en ello, qué caso tiene que piense tanto, me fastidia ponerme
en esta situación; lo único que gano con ello es no poder dormir, tengo que
pasarme la noche de mal humor por la falta de sueño, aunque cuando no duermo,
me doy cuenta que no estoy tan solo como creo; de no sé dónde, sale una rata
que se la pasa rondando el lugar, da unos pasitos lentamente y luego una breve
carrera, como si jugara a las escondidillas… ahora sé quién se come los pocos
desechos que hay por aquí regados; también creo que es ella la culpable de la
mordida que recibí una vez… a lo mejor no fui de su agrado, rata malagradecida,
¿pues qué quería? ¿que supiera yo a qué?, una noche de éstas la he de agarrar,
y no le voy a dar una mordida, me la voy a tragar para que se le quite lo
orgullosa, ¿qué pensaba? ¿que me iba a quedar de brazos cruzados, o qué?
estúpida rata… siempre creí que me eran indiferentes ¡pero no! Me caen mal, las
odio, se ha estado burlando de mí desde siempre; se come mis desperdicios sin
mi permiso, ocupa mi espacio, se roba mi soledad, maldita rata… no sabía que
las odiaba, pero ahora ya lo sé, bueno, pero ¿y si ella me odia también? ¿cómo
saberlo? ¿qué me importa si me odia o no? es su problema; el mío es cogerla y
comerla, o mejor la mato y que se la coma el perro; a mí nunca me han gustado
las ratas ¿Y si no se la quiere comer? ¡Lo mato y me lo como! Pero ¿y luego? me
quedo sin nada… a mí nunca me ha gustado la carne de perro; es más, no me gusta
la carne ¡bah! Que hagan lo que les dé la gana, ¡sí! que hagan lo que les dé la
gana ¿Y yo? ¿quedo ofendido y apaleado? eso sí que no lo puedo permitir. Aunque
a decir verdad, qué me importa lo que piensen una rata y un perro; no sé por
qué siempre me pasa lo mismo… ya se me fue el día, y no me levanté; todo se me
fue en contarme lo que hago, y no sé para qué ¿a quién le importa? A mí no…
No hay comentarios:
Publicar un comentario