Al primer ulular de las sirenas
siempre me acuerdo de ti,
me dan ganas de echarme un trago
y seguirle hasta perder la razón.
Al primer ulular de las sirenas
me acuerdo de aquel hotel
donde por primer vez hicimos el amor;
recuerdo tus ajustados jeans
y que no usabas ropa interior.
Al primer ulular de las sirenas
me acuerdo de tu acompasado triangulito
y de tu agitada respiración,
al primer ulular de las sirenas
me acuerdo de aquel callejón
donde en medio de dos coches
lo hicimos por segunda ocasión;
tú te levantaste la falda, yo me bajé el pantalón,
tú tenías frío, lo recuerdo, yo tremendo calor.
Al primer ulular de las sirenas
siempre me acuerdo de tu voz
de aquel tango que siempre cantabas
aunque a mí me pareciera un danzón;
al primer ulular de las sirenas
siento abierto y frío el corazón,
siento que se me nubla la vista,
que las piernas me tiemblan como acordeón,
y siento que aún te quiero, a pesar del pinche cortón…
Al primer ulular de las sirenas
siento ganas de llorar, pero me amarro un huevo,
me aguanto como buen cabrón;
al primer ulular de las sirenas
recuerdo la noche que te perdí,
venías tan bella, tan fresca,
quien iba a pensar que… a darme el cortón.
Me dio tanto coraje lo que dijiste
que no aguanté, tuve que darte ese descontón;
nunca creí que fueses a caer
y menos sobre la única piedra que estaba ahí,
que te abrieras la cabeza y ¡pum!
Al primer ulular de las sirenas
siempre me acuerdo de ti; maldigo a la chingada piedra
y a ti, pendeja, por venirme a dar el cortón,
aunque lo reconozco, en una cosa sí decías la verdad,
mis ojos lo comprobaron ahí: tu cabeza no estaba hueca;
tus pensamientos y tus temores quedaron embarrados, lo vi,
es más, creo que algo muy tuyo
quedó colgando en mi pantalón.
Al primer ulular de las sirenas
me dan ganas de echarme un trago
y seguirle hasta perder la razón,
y quiero… nada más quiero…
ya que cuando estoy más concentrado recordando nuestro amor,
siempre llega el carcelero y me grita
¡ORA, LEVÁNTATE YA, CABRÓOOON!
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