Rosendo Mc Donalds llegó al mall;
lo primero que vio fue un Cinemark,
buscó en cartelera algo tradicional…
lo encontró, 007, Titanic, Scream… sí lo encontró;
adentro se compró sus pop corns y su diet coke;
al salir quiso conocer más del lugar,
caminó con sus tenis Niké, made in Taiwán…
a un lado Church’s chicken, al otro Kentuky’s fried;
enfrente un Wendy’s, enseguida un Golden corral.
Entró a una liquor, se compró unas Bud,
unos cigarros Winston y unos lentes Ray ban,
sacó su Kodak y tomó unas fotos de tan bella ciudad,
quiso avisar a los suyos, you know, platicar;
les habló collect, yeah right, por cobrar,
por suerte encontró en la caseta un papel para anotar:
una envoltura de Hershey’s o de un Chewing gum
“¿En qué hotel te hospedas?” le preguntaron
“uno muy mexicano, un Holiday inn for sure;
estoy un poco triste” les dijo “pues tengo que regresar;
en el poco tiempo que llevo aquí
he llegado a amar esta ciudad colonial. ¡VIVA MÉCSICOU!”
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