viernes, 14 de enero de 2011

La princesa y la estrella




Ella era una estrella que se volvió princesa;
ella era una princesa que se volvió estrella.
Nacieron casi juntas el mismo día, casi en el mismo lugar;
la una para alumbrar el firmamento,
la otra para alegrar la faz terrenal.
A la una la veían y se alegraban todos los seres del espacio sideral,
a la otra la admiraban y se orgullecían los seres de este lugar.
La niña al abrir los ojos vio a la estrella
y ésta en aquélla su luz reflejó;
la niña en vez de llanto una sonrisa nos regaló,
la estrella al verla palpitó y brilló.
La unión se acababa de forjar.
Pasaron los días, pasaron los años;
la niña princesa cada día más hermosa amanecía,
la estrella en las noches su brillo compartía.
No había momentos
en que sus conocimientos y sentimientos no compartían,
la una a la otra, la otra a la una; eran una sola:
una estrella princesa, una princesa estrella.
Pasaron  los días, pasaron los meses, y de pronto un día
la princesa amaneció triste y llorando;
esa noche la estrella poco a poco se oscureció.
Pasaron dos días, tres, cuatro, y al séptimo día
al ver que la tristeza no disminuía,
decidieron los dioses resolver el problema, y actuaron
mas… ¡oh gran sorpresa! Al otro día
la princesa seguía llorando mientras la estrella su luz aún perdía.
¿Qué pasa?”, dijeron los dioses,
…si tú ya eres princesa, y tú eres estrella”.
No”, dijeron ellas, “esto no es lo que queríamos, pues seguimos separadas”.
Bueno, que vuelvan a ser lo que eran”, contestaron los dioses
dándoles un don  para cada vez que quisieran sentirse unidas;
la princesa cantaría y la vibración de su dulce sonido
en la estrella penetraría,
ésta a su vez al sentirla brillaría y brillaría
hasta hacer que su luz a la princesa bañara;
entonces la estrella sería princesa, y la princesa estrella sería.


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