jueves, 13 de enero de 2011

El teléfono




Qué calor… qué pereza…
qué flojera ver las horas pasar…
qué bullicio… qué tormento
la cacofonía en la ciudad…
Qué aburrido tener que levantarme
siendo apenas las doce y diez,
y el teléfono no para de sonar…
tener que ducharme, luego vestirme, desayunar…
qué flojera, la verdad…
debiera quedarme en cama,
olvidarme de la cita,
mandarlo todo al diablo
y descansar: sí, descansar…
qué delicia sería dormir todo el día,
olvidarme del teléfono… de ti… de la ciudad…
me están dando ganas de botarte,
ya me tienes harto de tanta puntualidad,
de tanta delicadeza, de tanta formalidad…
¿Sabes?,
hoy no me levanto,
no contesto el teléfono… voy a descansar…
por mí, puedes irte a Siberia
y no volver nunca jamás…
ya estoy asqueado, tengo ganas de vomitar;
vete si quieres irte,
quédate si te quieres  quedar
pero te aseguro que desde hoy, soy yo… nadie más…


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