A las 14:30 lo van a sepultar,
nunca jugó a las canicas,
no corrió por las banquetas
ni conoció un patio escolar.
¿De qué murió? ¿cuál fue la causa?
¿por qué todos la tratan de ocultar?
¿a qué le temen? ¿por qué no dicen la verdad?
A las 14:30 será otro más que se va.
Apenas hablaba,
platicaba que pronto con Dios iba a estar;
a nadie le dijo lo que sabía,
sólo él sentía lo que iba a pasar.
Murió sonriendo
con la inocencia que sólo un niño podía tener,
murió soñando que iba a volar;
estaba cansado de la fría cama del hospital,
siempre acostado, pues su débil cuerpo
no resistía dos o tres pasos al caminar…
Apenas comía le daban ganas de vomitar;
sueros, pastillas, agujas… todo lo tenía que soportar.
A las 14:30 lo van a sepultar;
era tan pequeño, era tan risueño…
siempre lo vamos a recordar…
Ya son la 12, dos horas treinta para partir;
allá está la madre… está llorando,
nadie la ha podido consolar.
¿Dónde está el padre?...
nadie le ha visto desde hace un rato.
Alguien dijo que estaba en el bar,
mas ya lo buscaron y ahí no está;
dijo el cantinero que tomó una copa y salió corriendo,
que salió gritando que había sido él quien lo mató…
Todos preguntan, aunque sospechan
que el pequeño de “eso” murió.
Son las 14:30, ya es la hora…
la madre llora, la madre grita,
unos murmuran,
otros preguntan “el padre ¿dónde estará?”
En el panteón todo acabó…
Después de dos días encuentran al padre,
estaba tirado en un callejón;
se había suicidado.
En el puño tenía un papel arrugado
escrito con sangre de su corazón…
La nota decía:
“fue hace ocho años, antes de casarnos,
con una mujer en el malecón;
vendía su cuerpo… yo lo pagué…
mi esposa nunca lo supo,
era soltero, era un muchacho,
nunca supe que era vih portador;
díganle a mi esposa que me perdone,
que sé el daño que les he hecho,
por eso quiero pagar con sangre lo que pasó.
Me quito la vida para alcanzar a mi niño allá en su viaje,
Decirle: ‘hijo mío, vengo a pedirte perdón’”.
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