Ese objeto en el baño, material e inanimado,
incomprendido y orgulloso, que conoce tus secretos,
que te ha visto ya desnuda, que absorbe tu figura,
que ha guardado en su materia una a una tus palabras,
uno a uno tus momentos frente a él,
es tan terco y malvado
que le hablo, le pregunto, que le pido que te muestre,
que me diga si tu risa, si tu llanto, es de miedo o de placer…
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