Tan tanto te llevo en la sangre
que no te puedo dejar,
tan tanto te llevo en las venas
que hasta te puedo respirar;
y no es que quiera o deje mi mente volar,
lo que pasa es que de aquí dentro
no te puedo arrancar.
Tan tanto te llevo en la sangre
que al pasar por mis oídos furiosa
te aseguro que te escucho hablar,
y no siento vergüenza al decirlo
que de día platico contigo,
y en las noches te siento llegar;
no me importa que diga la gente:
“mira, ahí va ese loco que dice pensar”.
No saben que yo soy el cuerdo,
ellos hablan nomás por hablar;
ellos no saben amar,
sólo dicen: “ahí va ese loco,
ese loco que dice amar”.
Tan tanto te llevo en la sangre
que al sentir el cerebro irrigado
por la sangre caliente y nutriente,
te lo juro,
te siento en mí;
extiendo la mano y te toco
poco a poco,
tus cabellos uno a uno los veo danzar,
tu mirada la siento en mí penetrar;
tu boca se acerca a mi oído,
claramente te oigo cantar,
es tu voz algo celestial.
Tu cuerpo
Desnudo, tan blanco,
tu piel tan frágil, tan tersa,
que hasta creo que eres una paloma
o un ángel que quiere volar.
Tan tanto te llevo aquí dentro
que hay veces me siento estallar,
que vuelo en pedazos por el espacio
y a las estrellas puedo llegar.
Tan tanto te llevo en la sangre
que al correr por mi cuerpo desnudo
te lo juro que te puedo abrazar,
que huelo tu fresco aroma,
ése después de bañar.
Tan tanto te llevo aquí dentro
que hay veces me da por llorar,
o salgo corriendo a la calle
y me pongo tu nombre a gritar;
la gente corre asustada,
otros gritan y dicen “no huyan,
es el loco,
ese loco que dice pensar”.
Me dicen “el loco que dice pensar”,
se burlan, me gritan,
no me dejan concentrar.
Tan tanto te llevo en las venas
que no tengo miedo a la soledad,
porque sé que tú estás conmigo,
lo siento al respirar;
tan tanto estoy tan seguro
que lo tuyo es un sueño nada más
que mañana, o tal vez pasado,
tú vas a despertar.
¡Qué locura decir que te has ido!
Están fuera de la realidad;
tienen celos, o tal vez envidia,
porque ellos no saben amar.
Una vez más ha salido la luna,
me siento un poco cansado,
creo que voy a descansar;
al comienzo de un nuevo día
la gente empieza a llegar,
entran despacio a mi cuarto
alumbrado por la luz de una vela
a punto de terminar,
se siente un ambiente tranquilo,
hermoso, lleno de paz.
Se dicen unos a otros: “pobre hombre,
murió de amor,
con el cuerpo abrazado
y sus labios rozando los labios
de su amada, que antier falleció”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario