Córtame las venas,
bébete mi sangre;
mátame si quieres
y cómete mi carne;
sácame primero los ojos
para que no te vean,
córtame la lengua
para que no te hable.
Sácame el corazón
y lánzalo a lo lejos
para que no lo veas sufrir;
anda, mátame, y vive tú,
que los dos es imposible seguir.
Sacia tu sed, no sufras hambre,
arranca bien la carne de mis huesos,
no la dejes tirada por ahí.
Entierra bien lo que te sobre,
no vaya a ser que las aves de rapiña
me traigan por doquier.
Mis huesos… sepáralos de dos en dos,
lanza una parte al norte, y la otra al sur.
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